En breve, cualquier idea que me planea se me transforma en necesidad de dar un regalo. Sin sentido, pero es así. Que yo sea quién se lo da es, a la vez, un regalo para mí. Dejo al azar la posibilidad de un cambio. Es decir, que cualquier cosa que pueda cambiarse, la infinidad de posibilidades, no será por mí. No pienso hacer nada más que esperar a que suceda. Complejo de duquesa, espejamen, que el tiempo camine y yo detenida. Ya sé que soy cómoda. Pero también que destruir y crear es algo que me gusta hacer casi nunca. En otro momento hablaré de lo que doy.
La transformación puede venir de cualquier estímulo, es atosigante. Hoy me enteré que existe un té de cáscara de naranja. Primero me dije y me pregunté que cómo no lo había visto antes, por un instante se me gesticuló la boca abierta entre estas sorpresas que la vida entrega, no hay algo igual, me encanta que suceda.
Este tipo de momento aparece para mostrarme que hay inspiración en mi vida, que tal vez parezca un poco desconexa, pero que los hilos desatados tarde o temprano encuentran su par y todo se comprende de una forma original. No, no soy yo la original. La forma de las cosas, mi inacción sobre ellas, el esperar a que otrxs lo hagan, sus destinos y mi destino. Un montón.
Circunvalaciones / mabelb