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jueves, 19 de julio de 2007

Ángel 04


Los que miran dicen cosas como -Demasiadas palabras, señoras y señores: los pies en la tierra, la mente adelante!
Con el daño ya hecho (desde hace tiempo vienen expirándose en su propia pureza), los que sienten preguntan: -¿Cómo explican los que dictaminan el final de una utopía, un corte brusco en la cura del karma, la longevidad de un sentimiento?
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Los celos y las voces me rodean, como lluvias ácidas, durante un tiempo demasiado largo, transmutándose por momentos en acordes de hierbas claras peligrando resecarse. Hasta que un día amanecido oscuro (o así me pareció) florece un pimpollo del pozo hondo, que me recuerda a la luna, coquetamente cursi en la lámina del estanque. Explosión de sutilezas.
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Todo este halo definitivo es lo que perdura, aquí, donde casi ninguna cosa ha cambiado desde entonces. Sólo una flor que crece lentamente, acercada hasta mis ojos, -porque hay que dejar de mirar el dolor, repiten dulcemente los que saben.
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Los grises apenas sirven de transición.
Al dolor no le gusta ser acariciado.
La sutileza es sólo para elegidos.
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MabelBe
Diálogos en la cornisa con un ángel

2 comentarios:

  1. Al dolor no se le combate con caricias, sonrisas ni sutilezas, porque puede que le gusten y no quiera marcharse.
    Al dolor hay que retirarlo a la fuerza, luchando a brazo partido, a cara de perro, para que se disguste y por fin se marche.

    Un abrazo

    (PD. En algunas zonas de España se cocina el arroz negro con la tinta del calamar, y está que no veas)

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  2. Ah, el arroz se pone negro por la tinta de calamar, entoces...
    Y el dolor es como el agua, hay que saber respirarlo.
    Todo mi afecto, Sirenita.

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