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domingo, 13 de abril de 2008

El otro Noé

En la cal mezclé los horizontes, y con mano lenta pero firme recubrí las cuatro paredes de mi futuro. Es tiempo, dije, que la lujuria inicie su etapa sagrada y en un Ermita de Luz resguardé el instante sublime, en que el viento afiló un jirón de nube sobre el más lejano árbol de la tierra. Todo aquello que en soledad he pugnado por descubrir, para mantener mi presencia en medio del desprecio, vendrá -desde el ácido violento del eucaliptus hasta el susurro de la mujer- a refugiarse en el Arca de mi ascetismo. / Odysseas Elytis. Seis y un remordimientos para el cielo.

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